Por Juan Carlos Juárez Carrillo
Marina se disponía, un viernes por la tarde salir,
lo que ella nunca sabría,
es que esa tarde habría de morir.
Un espectro estaba planeando,
coludido con el ángel Gabriel,
con una treta la iría engañando,
hasta al infierno llevarla con él.
El espectro como un escribano,
a Marina la muerte tentó,
le pidió que le hechara la mano,
con un cuento que él inventó.
Un cuerto corto ella le dió,
esperando su obra fuera publicada,
la fría emocionada se sonrió,
y le dijo: ¡ya te llevó la tostada!
Tus letras tienen mucha ironía,
hasta el diablo estaría contento,
pero como ya yo sabía,
algo tan corto ¡no es un cuento!
Ahora Marina está en el averno,
y como compañero un tal caracól,
sufriendo la pobre el castigo eterno,
sin poder cambiar ese viejo rol.
Pobrecita Marina,
ya puedes llorar,
no sirve de nada,
pues ya la baba... se te va a desbordar.
Con mucho cariño y respeto para mi amiga Marina Guigui
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